Podría decirlo más alto, pero no más claro. El trasvase del Ebro ni pensarlo. Toma cierto cariz recurrente siempre que se acerca alguna cita electoral de territorios demandantes, de carácter autonómico o generales. Es decir, cada dos por tres los opositores vamos con el Ebro a cuestas reaccionando al resurgimiento del su fantasma y defendiendo que el agua se queda aquí.
Todos sabemos que el agua es vida, desarrollo y futuro y todos entendemos que en una Comunidad como la nuestra no podemos desprendernos de un recurso tan fundamental para crear oportunidades, teniendo en cuenta que territorialmente estamos dispersos y con muchas zonas despobladas. Aragón es tierra de agricultores, agroindustria… y no nos gusta que se juegue tan ligera y constantemente con un asunto adherido a la piel de los aragoneses.
Quienes creemos en Aragón, con sus debilidades y fortalezas, pensamos que con el agua no se juega. Muchos partidos recurren a lo mismo por intereses políticos prometiendo y prometiendo a los territorios del arco mediterráneo que demandan agua del Ebro por cuestiones que tienen que ver con su alto desarrollo turístico. ¡Y hablan de solidaridad!…
El pasado día 20 de diciembre el Partido Aragonés (PAR) propuso la presentación de una iniciativa en el Parlamento que rechazara con rotundidad el trasvase. La proposición no de ley conjunta (PAR, PSOE, CHA, Podemos) se debatirá y votará en el próximo pleno parlamentario y todos los partidos tendrán que retratarse. Aunque bien es verdad que la jugada de algunos será decir una cosa aquí y otra donde convenga.
Fue Pablo casado quien en la clausura del congreso de su partido habló de cuencas cedentes en el marco de un hipotético “Pacto nacional por el Agua” con infraestructuras en cuencas con excedentes y deficitarias, una declaración de intenciones en caso de que llegue a gobernar España. Y todo cuando Aragón acababa de sufrir la crecida del Ebro. Tampoco nos gusta que Ciudadanos cuando viene a Aragón justifique el trasvase, ni que Vox-Madrid proponga en el Congreso la aprobación de un Plan Hidrológico Nacional con trasvase incluido. No nos gusta. Este asunto debería estar caducado para todos.
Los territorios demandantes con mayor bolsa de votos que Aragón importan más para muchas fuerzas políticas que el interés y futuro de esta Comunidad Autónoma. A ver si todos aprenden que el trasvase es inviable, y que la razón más potente para justificar esta inviabilidad, además de la económica y la medioambiental, es que el Estatuto de Autonomía de Aragón contiene una reserva estratégica de agua de 6.550 hectómetros cúbicos para los aragoneses; para la agricultura, para las pymes, para el medio rural. Recordar que el Estatuto de Autonomía es una ley orgánica de obligado cumplimiento y que nuestro estatuto exige el mismo respeto y tiene la misma validez que cualquier otro. Ni más ni menos. Por eso es preceptivo que se garanticen nuestros derechos en materia hidráulica incluida la unidad de cuenca.
El significado del agua en la Comunidad autónoma de Aragón, para entenderlo hay que conocerlo. Nunca se puede plantear una planificación hidrológica nueva apelando a una solidaridad mal entendida y con cierta manipulación, diría yo, como se viene haciendo. Aquellos que nos ofrecen este escenario no son de fiar. En política no todo vale, o por lo menos no todo debe valer. La dignidad, la justicia y la ley deben prevalecer.
En Aragón tenemos aún muchas hectáreas en las que no se puede utilizar el agua teniendo el Ebro a la vuelta de la esquina y esto es incomprensible e injusto; la despoblación durante décadas ha sido consecuencia directa de la imposibilidad del aprovechamiento del agua en muchas partes del territorio, por eso es tan importante la reclamación de las obras pendientes del Pacto del Agua y el rechazo frontal al trasvase.
(Publicado en El Periódico de Aragón 01-02-22)