Los aragoneses y aragonesas determinaron en las urnas, una composición de las Cortes de Aragón que admite pocas dudas, en una constante que hace de nuestra Comunidad, una realidad política y social excepcional.
Aragón se distingue por su condición de nacionalidad histórica y también, por su pluralidad. Aquí nunca ha habido mayorías absolutas y es uno de los hechos diferenciales de Aragón que entronca con la esencia política de la Historia milenaria de este reino: el pactismo.
«Nos, que somos tanto como vos, pero juntos más que vos, os hacemos principal, rey y señor entre los iguales, con tal que guardéis nuestros fueros y libertades; y si no, non», rezaba la fórmula medieval de jura de los fueros por el nuevo monarca aragonés y, más allá de la leyenda, la evolución de nuestras instituciones marca esa separación del absolutismo, en sentido amplio.
El pacto, el respeto a los demás y a las normas acordadas, la altura de miras hacia objetivos comunes está en el alma de este pueblo y así nos lo mandan los aragoneses y aragonesas democráticamente.
Hacen falta acuerdos siempre y ahora, no ha habido actitudes ni comportamientos dispuestos para promover una alternativa viable a un gobierno autonómico presidido por la opción más votada, el Partido Popular, con la participación por acción o por omisión de Vox.
El PAR ha realizado planteamientos de pacto con opciones como una gran coalición en la DGA, con criterio de centro, presente y futuro, que han sido recibidos con desprecio e incluso menosprecio. Se ha preferido el cordón sanitario y las líneas rojas, antes que la convivencia y entendimiento.
Unos y otros tratan de hacer que prevalezca su relato, metidos en la trinchera de la superioridad moral, mientras que el PAR pretende aportar tolerancia, racionalidad y una agenda aragonesa para el Gobierno de Aragón. Con aragonesismo, sí, del que nadie tiene la exclusiva.
Entendemos que el respeto a la pluralidad de Aragón, sin exclusiones, tiene que ser una constante y un eje para las instituciones. Eso es aragonesismo, entender Aragón desde su diversidad y libertad. A ello nos hemos aplicado.
En pasados días, dos grupos de las Cortes suscribieron un acuerdo que garantizaba la elección del presidente y que nos parecía incompleto, también inconcreto. Cabían en ese momento, dos caminos: podíamos retirarnos de cualquier posibilidad de nuevos acuerdos, como han hecho otros, levantando una negativa a participar y definir nuevos compromisos; podíamos mantener nuestra propuesta y tratar de perfeccionar, con carácter territorial propio y aragonés, los objetivos del próximo gobierno.
Habría sido más vistoso construir una barricada de negaciones y evitar que nos llamaran fachas, pero así, no hubiéramos respondido a la personalidad del Partido Aragonés, ni a esa necesidad de trazar unas líneas maestras aragonesas de gobierno aragonés para los aragoneses.
Cumplimos, defendiendo y suscribiendo un documento que incluye autonomía y autogobierno, territorio y sociedad con la misma y firme oposición absoluta al trasvase que fija nuestro Estatuto, desarrollo y empleo de calidad, servicios públicos y gobierno para todos, definiendo un exhaustivo programa para Aragón y los aragoneses. Eso también es aragonesismo y somos el centro aragonés y aragonesista, el único.
El acuerdo que hemos firmado, además, señala que «el cumplimiento y desarrollo de este Pacto obliga al Gobierno de Aragón». Es lo mismo que decir «y si no, non».
Estaremos vigilantes, más allá de las proclamas y soflamas. Es nuestra manera de ser y de participar, efectiva y honesta, la mejor desde el aragonesismo, que consiste en trabajar por Aragón y los aragoneses, sin otra obediencia. Por eso lo hacemos, lo hemos hecho en otras encrucijadas y volveremos a hacerlo.