Por su ubicación en el noreste de España, Aragón ha de jugar un papel central en el conjunto del Estado y trabajaremos para que se entienda así en Madrid y Bruselas», con el fin -entre otros- de «abrir los Pirineos por su parte aragonesa tenga rango de proyecto de Estado, en lo que respecta a la Travesía Central y a la reapertura del Canfranc, ya que ambas son básicas para España, Portugal y Marruecos» y para el desarrollo y el empleo en nuestra comunidad. (Los entrecomillados corresponden al Programa electoral PAR 2011).
En este objetivo de comunicar Aragón hacia Europa, tanto las referencias específicas a ambos proyectos en las conclusiones de la cumbre franco-española de este jueves, como la enmienda al mapa de redes transeuropeas presentada al Parlamento Europeo con el fin de recuperar la inclusión del Eje 16 (Algeciras y Sines por Madrid, Zaragoza y Huesca a Francia), son noticias que valorar.
Ahora bien, junto a las declaraciones y posicionamientos, son precisos por parte de los estados y de la Unión Europea -en particular del Gobierno español-, un compromiso definitivo y un calendario de inversión para esa apertura de los Pirineos, además de la mejora de los trazados ferroviarios (por ejemplo, el eje Cantábrico-Mediterráneo por Zaragoza y Teruel) y por carretera (tramos retrasados y paralizados de la A-23 a Somport) que, aún teniendo en cuenta un escenario condicionado por la crisis y el control del déficit, ofrezca en firme un horizonte para esas infraestructuras y, al tiempo, para las empresas aragonesas, contribuyendo a reactivar nuestra economía y la creación de empleo en el corto y medio plazo, y a garantizar su crecimiento a largo plazo.