Confianza. Esa es la clave. Aunque estamos en la senda de la recuperación económica, para multiplicar los efectos positivos es fundamental una buena dosis de sentido común, ejemplaridad y las mejores prácticas de gobierno para reconvertir el desempleo en trabajo estable aumentando de esa manera el crecimiento económico y el progreso social.
Desde el Partido Aragonés en coalición con el Partido Popular queremos contribuir a la consolidación de la recuperación económica, la salida efectiva de la crisis, la bajada del paro y la creación de empleo en momentos políticos de dificultad. Y eso no se logra con la ambición de poder a cualquier precio, ni con «propuestas fantasmas», ni sin propuestas. Ni tampoco con incoherentes discursos a la carta dependiendo de la autonomía de que se trate y en función de la rentabilidad política y electoral perseguidas. Y mucho menos con el insulto a cualquier precio como ocurrió en el cara a cara de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez cuya única obsesión fue desprestigiar desde el insulto y con malas artes a Rajoy, llegando a lo personal donde nunca debería entrar ningún político. Por respeto a sí mismo y por respeto al ejercicio de la política. No todo vale.
Los debates hay que ganarlos con propuestas constructivas y no intentarlo a bocajarro desde la injuria y la insolencia.
Estoy convencido de que la consolidación económica exige un Gobierno fuerte, solvente y serio, reconocido internacionalmente, con experiencia en la gestión y resultados. Por eso hemos sumado. Para contribuir, también, al mantenimiento del modelo de Estado, la unidad territorial y la arquitectura institucional básica para el modelo de convivencia y progreso social que hemos consolidado con la Constitución del 78. Con un programa conjunto que incluye los asuntos que a los aragoneses nos preocupan como el Estatuto, las infraestructuras, la financiación autonómica, nuestras instituciones y señas de identidad.
Creemos en la necesidad de aumentar la calidad de la democracia con más transparencia, más justicia social, financiera e interterritorial. Más limpieza y ética política. En la regeneración como objetivo irrenunciable para todos y cada uno de los servidores públicos. Siempre desde las ideas constructivas y la generosidad.
Otra de las cuestiones que me preocupa es el proceso soberanista catalán. Mi partido aprobó recientemente por unanimidad una declaración de rechazo a la ruptura unilateral de los partidos independentistas de Cataluña y en defensa de la legalidad vigente. También, defendiendo que es la hora de dar respuestas jurídicas y políticas al grave desafío que viola la integridad territorial de España y el respeto al Estado de Derecho. Estoy convencido de la necesidad de apertura de un proceso de diálogo y consenso sobre la cuestión territorial para una España unida que nos afecta a todos. Nunca he estado más lejos de la confrontación y separación, del incumplimiento de la ley, de actitudes de manipulación y deslealtad, de la exigencia de privilegios e independencia.
Tengo claro que la actual situación política y la irrupción de nuevas fuerzas podrían poner en riesgo la consolidación de la recuperación económica indispensable para el mantenimiento del bienestar, el modelo de Estado y la unidad territorial. Y también tengo claro que el 21 de diciembre ya no habrá vuelta atrás. Ingobernabilidad, pactos letales para el interés general, o reafirmación y consolidación del futuro emprendido. Esa es la cuestión