Estamos atravesando unos días muy complicados en los que tenemos que dar todo lo mejor de nosotros mismos y en los que quedarnos en casa significa ayudar a los demás. También durante estos días estamos viendo ejemplos de personas, de colectivos que están ayudando a la gente, cumpliendo con su reponsabilidad a pesar de las circunstancias, con una vocación de servicio a los demás que va más allá de sus obligaciones: los sanitarios, los bomberos, las fuerzas de seguridad, los periodistas, los trabajadores de la limpieza, del transporte, de los comercios, repartidores….. entre otros, que trabajan para que la sociedad siga funcionando, para que salgamos adelante. Todos somos importantes; los que desarrollan su trabajo a pesar de todas las dificultades, riesgos y temores, y los que se quedan en casa para frenar la curva. Pero aquí hoy me gustaría destacar algunos para que la sociedad, de una vez por todas, les de el valor que merecen.
Se manifestaban hace muy poco en la calle porque a pesar de trabajar de sol a sol, sus negocios no son rentables. Pierden dinero porque los costes de producción son más elevados que lo que sacan al vender los productos, una situación que les lleva a muchos al cierre de sus negocios. Hablo de los agricultores y ganaderos ¿Y qué pasaría ahora si hubieran cerrado? ¿Qué alimentos habría en las estanterías de los supermercados? ¿Qué comerían las ciudades? Cada día salen a alimentar a sus animales y a cuidar los campos, porque su trabajo es esencial, y en estas circunstancias tan difíciles tomamos conciencia de ello ¿Alguien se imagina que tuvieran que venir ahora los sanitarios desde la otra punta del mundo? Viendo lo necesario que es para nosotros el producto del trabajo del sector primario ¿por qué nos cuestionamos el sueldo de un ganadero o un agricultor? Si es un sector estratégico y un servicio esencial, como ahora se está demostrando, ¿de verdad les tratamos como se merecen?
También en el medio rural encontramos una red que trabaja por los demás y que son una pieza fundamental en un momento tan difícil como este. Son los alcaldes, esos alcaldes que son sanitarios, equipo de desinfección, psicólogos, el 112 rural… porque su teléfono está siempre encendido para ayudar a su vecino, sea o no su competencia. En el pueblo eso no se mira y por eso llaman a la Diputación para consultar cuestiones de todo tipo porque lo que quieren es ayudar a sus vecinos. En los pueblos pequeños igual hay que atender una avería de la luz, como de las tuberías, acompañar a quien no tiene ayuda o llevar medicamentos al enfermo. Es un trabajo altruista la mayor parte de las veces, durante años, a veces con sinsabores y a pesar de todo, ellos responden buscando soluciones a los problemas.
Esos alcaldes, que estos últimos años han sido injustamente criticados por dedicarse a la política, se preocupan estos días de que en la residencia haya mascarillas, que el centro de salud tenga los accesos limpios, de desinfectar, de que la gente mayor esté bien… de tratar de aportar todo lo que esté en sus manos para que su pueblo funcione ¿Qué pasaría si hubieran salido adelante propuestas del pasado y ahora el alcalde del pequeño pueblo fuera el del municipio grande de al lado? ¿Quién estaría pendiente ahora de que en esa casa sale o no humo por la chimenea y el vecino está bien?
De todo esto tenemos que aprender a valorar a sectores y a personas que no han sido tratados como se merecen en estos últimos años. Hay cosas más importantes que el todo rápido y todo ya, lo más moderno o las tendencias del momento. Las ciudades tienen que aprender que necesitan a los pueblos, que no pueden permitir que el medio rural se muera y para eso hay que dignificar la vida en los pequeños municipios, la agricultura y ganadería. Una vida diaria en la España interior que sostienen, se ve estos días, cientos, miles de alcaldes y concejales que impulsan, tejen y mantienen en buena medida la red de solidaridad rural. Nuestros aplausos van cada día para los servicios esenciales como los sanitarios, de emergencias, los del transporte o la alimentación, merecidos aplausos, pero permítanme que pida también los aplausos para el sector primario y la vida rural, porque ahora más que nunca, se merecen el reconocimiento de todos.