El Justicia de Aragón es una de figuras fundamentales para entender nuestra identidad aragonesa. Históricamente formaba parte determinante del entramado de equilibrio de poderes en el Reino de Aragón, cuya existencia se avanzó varios siglos a todos los países del mundo. Pero no se trata sólo de atender a esa referencia que nos hace únicos, sino principalmente valorar que el Justicia fue y es la expresión de un rasgo de nuestro carácter como sociedad: la firmeza en defensa de la Ley, del acuerdo, de la palabra dada, de la libertad, de la igualdad.

La cumbre europea que se celebra en estos días todavía debe anunciar sus resultados. La lucha contra el desempleo -sobre todo juvenil- y las herramientas para combatirlo (mejora del sistema financiero, inversiones públicas y privadas…) están sobre la mesa. No hay soluciones mágicas, ni una salida inmediata a esta profunda recesión, aunque se atisba un panorama menos negativo en las grandes magnitudes que, de todas maneras, tardará en traducirse sobre las cifras del paro.

Las destructivas riadas de esta semana, especialmente en Ribagorza y Sobrarbe, deben motivar una inmediata reacción de apoyo y compromiso de colaboración para compensar y resolver los daños que han causado. Esta labor urgente y las pérdidas materiales ante la fuerza desatada de la naturaleza no ocultan, sin embargo, otras enseñanzas que los aragoneses podemos extraer como experiencia de este suceso y como punto de vista ante nuestra realidad como Comunidad.

Los bienes, piezas y obras del arte, de la Historia y el patrimonio común aragonés que permanecen fuera de nuestra Comunidad son también parte inseparable de nuestra identidad compartida. La distancia o las diferentes circunstancias que motivaron su traslado y alejamiento no restan vigencia o poder a esa afirmación.

Diversas circunstancias apuntan hacia un clima político distinto en que, pendiente de confirmar y concretar, se ha abierto paso cierto atisbo de diálogo con voluntad de acuerdo entre las fuerzas políticas sobre las perspectivas de España ante Europa. Podemos afirmar que esta posibilidad, junto con un matizado nuevo rumbo en política económica que prioriza el estímulo a la creación de empleo y el apoyo a las políticas sociales, son dos aspectos esenciales que el PAR ha venido defendiendo con rotundidad no sólo en esta legislatura, también desde el mismo inicio de la crisis (basta comprobar el Acuerdo de Gobernabilidad de Aragón) y como criterios generales de su acción política desde la misma constitución del partido durante la Transición. Esos pilares esenciales, junto a la apertura y proximidad con la sociedad, al objetivo fundamental del servicio (y de los servicios) al ciudadano, determinan la actividad institucional y orgánica de nuestro partido y, por fin, se están asentado como metas compartidas por otros y por todos.

Las graves consecuencias de la actual crisis económica en España y en Aragón, en forma de desempleo y de serias dificultades para muchas personas y familias, requieren apurar todas las posibilidades de acción pública para afrontarlas de inmediato. El PAR ha señalado estas prioridades desde el primer momento de la actual legislatura, como puede ratificarse en los fines principales del Acuerdo para la Gobernabilidad de Aragón, en los posicionamientos públicos de sus representantes o en las iniciativas que culminaron con la creación del Fondo para la inclusión social y la ayuda familiar urgente y el Fondo para el fomento del empleo y de la competitividad, a través de los presupuestos de la Comunidad Autónoma.

La grave situación económica y social de los últimos años, unida a determinados escándalos e irresponsabilidades, ha desembocado en un creciente descrédito de nuestro sistema institucional y en general, contra el ejercicio de la política. Sin duda, la falta de éxito inmediato en las medidas para impulsar una rápida salida de la recesión y la crisis es un factor principal, junto con otros, de esa pérdida de credibilidad.

Nuestra Comunidad dispone, gracias a sus recursos naturales, de un enorme potencial de desarrollo y empleo a través de la producción y aprovechamiento de la energía. El Partido Aragonés prioriza este sector, junto a otros (el turismo, la innovación, la agroindustria e industria en general, el comercio…) en que podemos ser competitivos no sólo en España o Europa, sino en un mundo globalizado económica y socialmente. Los avances de Aragón en ámbitos como las energías renovables o el hidrógeno durante los últimos años son una muestra evidente de esas posibilidades. Los datos en otros aspectos avalan esa importancia: el sector energético supone el 5% del PIB aragonés y la cuarta parte de la producción industrial. Miles de puestos de trabajo están vinculados directa o indirectamente al mismo. Somos exportadores de energía.

Tal como dice el Estatuto de Autonomía, «las lenguas y modalidades lingüísticas propias de Aragón constituyen una de las manifestaciones más destacadas del patrimonio histórico y cultural aragonés y un valor social de respeto, convivencia y entendimiento». Son un rasgo de nuestra identidad y son también esencia de un sentimiento individual, familiar y colectivo. No es una mera cuestión lingüística o filológica.

La flexibilización de los objetivos de déficit máximo para las administraciones públicas, que el Gobierno central ha remitido a la Unión Europea para su aprobación, otorga aún mayor importancia a la defensa de un trato ecuánime y justo hacia todas las comunidades autónomas en esta materia. Esos nuevos objetivos y límites incrementados equivalen a la posibilidad de disponer de más recursos en los presupuestos y por tanto, es exigible que, de alguna forma, se reconozca y no se perjudique a las comunidades que, en estos años, han cumplido con las obligaciones fijadas, gracias al esfuerzo de todos. Es el caso de Aragón.

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