«Estamos sufriendo la más grave y, posiblemente, la más larga crisis económica y social que hemos conocido [con graves consecuencias sociales]. Crisis que superaremos adoptando decisiones justas que sean, además, fruto del esfuerzo, de la capacidad y del mérito, [y de] los acuerdos, hoy más necesarios que nunca, entre quienes tienen la obligación de procurarlos en defensa del interés común. Ante la crisis, aunque no hay garantía de que todo vaya a salir bien, creo, sin embargo, que las probabilidades están de nuestro lado; especialmente si, cada vez, más personas e instituciones, (…) comprenden que es posible que todos ganemos. Sobre todo si todos, instituciones y ciudadanos, políticos y particulares, participamos activamente en la búsqueda y aplicación de los remedios. Y siendo el aumento de la autoestima el mejor de los posibles.
Es necesario garantizar un mejor futuro con políticas estables, predecibles y continuadas en materias como la educación y la formación profesional, la financiación de la sanidad y de las pensiones, los servicios sociales, la inmigración, las relaciones laborales, la política tributaria, la seguridad jurídica y judicial, la energía y los recursos, el control de las entidades financieras, o la puesta en práctica de nuevas e integrales políticas de vivienda. Y todo, casi con un único fin: la creación de empleo. Para lo cual es necesario apoyar especialmente a las empresas, las primeras generadoras de trabajo.
Estamos en un tiempo en el que no basta con administrar lo que hay, sea mucho o poco. Es necesario crear lo que no hay. A eso se llama política. Reivindiquemos, pues, la política en el Parlamento y en la sociedad. Reivindiquemos el acuerdo, el pacto y la conciliación aunque hoy nos parezcan empeños imposibles. Y lo serán si olvidamos que el interés común (que en ocasiones parece perdido) es superior a los intereses personales, gremiales o partidistas. Incluso superior a la suma de todos ellos. El próximo 20 de mayo se cumplirán 30 años de la Constitución de las Cortes de Aragón. Y treinta y cinco y veinte respectivamente de las dos manifestaciones autonomistas más importantes de Aragón. (…) Debemos preguntarnos si (…), además de debatir, que no es poco, hemos hecho todo lo posible para evitar el sufrimiento de tantas personas y familias que están padeciendo las consecuencias de la crisis, si hemos hecho todo lo posible para hacer país, para hacer Aragón. Honradamente creo que hemos puesto todo nuestro empeño en ello. Y hoy, Aragón, a pesar de la crisis y sus consecuencias, gracias al autogobierno, está en mejor posición de cara al futuro que no estaba hace 30 años. Quieran o no reconocerlo. Por eso, hoy más que nunca, cuando desde algunas posiciones que el año pasado califiqué de hijos de la ignorancia, se pone en cuestión el Estado de las Autonomías, uno de los mejores logros de la transición, debemos estar vigilantes para preservar y desarrollar el modelo de autogobierno de Aragón, y sus hijuelas, los modelos de organización territorial y de financiación, que establece nuestro Estatuto de Autonomía. (…) Sin autonomía y sus capacidades, Aragón no pasaría de ser un lugar geográfico en el mapa. Eso sí, con una Historia milenaria.»

El PAR defiende con rotundidad un trato ecuánime y justo hacia todas las comunidades autónomas, en aspectos decisivos como la fijación del déficit máximo de los presupuestos públicos de los gobiernos autonómicos y como el sistema de financiación para esos presupuestos. En este sentido, el Partido Aragonés reclama que se valore el esfuerzo de comunidades que, como Aragón, han ejercido su autogobierno con responsabilidad y rigor, cumpliendo con los compromisos de déficit. Demandamos así mismo una financiación autonómica que, por mandato de nuestro Estatuto (Ley orgánica que forma parte del bloque constitucional), en Aragón debe determinarse teniendo en cuenta nuestras características especiales (esfuerzo fiscal, estructura territorial y poblacional) por un Acuerdo bilateral económico-financiero con el Estado.

El PAR defiende la autonomía local, nuestro modelo territorial comarcal y las competencias de Aragón ante cualquier reforma de la administración, y apuesta por un amplio acuerdo que deberá respetar esos criterios básicos para nuestra Comunidad y que resulta imprescindible en una medida de esta trascendencia.

El Título VI de nuestro Estatuto de Autonomía vigente está destinado a detallar la ‘Organización territorial y gobierno local’ de la Comunidad. Se trata de un aspecto fundamental para el presente y el futuro de Aragón porque determina, entre otras cuestiones, la adecuación de las estructuras públicas a la realidad social y geográfica, cómo han de prestarse mejor los servicios a los ciudadanos, la capacidad de iniciativa compartida desde todos los rincones y el valor de tratar de mantener un territorio equilibrado y en crecimiento común.

La determinación, firmeza de criterios y perseverancia del Partido Aragonés para impulsar unas relaciones bilaterales entre Aragón y el Estado, con resultados concretos para los aragoneses y amplias posibilidades, han procurado uno de los principales avances favorables a nuestra Comunidad, en la actual legislatura.

Cualquier reforma de la administración local debe garantizar, sin paliativos, tanto el modelo de organización territorial que Aragón necesita, basado en las comarcas y los municipios, como el ejercicio de las competencias previstas en el Estatuto de Autonomía para definir y aplicar ese modelo, al servicio de los aragoneses.

«Es un hecho cierto que no hay en Aragón un partido como el Partido Aragonés: con coherencia ideológica desde su fundación hace más de 35 años; con un discurso que se actualiza cada día; el partido con más experiencia institucional y de gobierno; con cuadros eficaces; con un firme compromiso a la par con Aragón y con España.

«La historia de nuestro Partido se ha caracterizado por un compromiso permanente y decidido en la defensa de los intereses de los aragoneses, de su historia, de su territorio, de su Estatuto, del agua, de los derechos históricos y en suma de la identidad de un Aragón moderno y dinámico formando parte de una España plural, integrada en el espacio europeo mirando al mundo global sin complejos.

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