Los bienes, piezas y obras del arte, de la Historia y el patrimonio común aragonés que permanecen fuera de nuestra Comunidad son también parte inseparable de nuestra identidad compartida. La distancia o las diferentes circunstancias que motivaron su traslado y alejamiento no restan vigencia o poder a esa afirmación.
Su recuperación, en cada uno de los casos en que sea factible, debe ser y es un empeño y objetivo de todos los aragoneses, al que el PAR lleva décadas contribuyendo, desde sus responsabilidades institucionales y como fuerza política. Estas obras no son efectos mercantiles o sólo elementos estéticos, pese a su valor económico y artístico, sino una expresión del pasado milenario de Aragón y del pueblo aragonés que merece respeto, al igual que nuestra integridad como sociedad y territorio. Esos bienes sólo se entienden en toda su dimensión, aquí.
La incomprensión recibida a cambio de este sentimiento y criterio, el incumplimiento de las sentencias o disposiciones que en tantas oportunidades han ordenado su devolución a Aragón, así como el rechazo a nuestra permanente disposición al ejercicio de una buena vecindad, no nos han hecho dudar: al contrario: han transformado este asunto en una cuestión social que la mayoría de aragoneses siente como propia.
La lucha legal e institucional por el retorno de los bienes aragoneses es, por tanto, un fin irrenunciable y un compromiso del PAR, coherente con todo ello, que esta semana se ha concretado en medidas que pueden suponer avances decisivos: al impulso de Javier Callizo, desde sus responsabilidades en Patrimonio cultural, se ha abierto nuevas vías en el litigio, mediante la solicitud u obtención para el Gobierno de Aragón de los derechos para reclamar esas piezas, que abonan la confianza en una solución favorable.
Con mucha probabilidad, no será pronto, ni fácil. Sin embargo, el tesón que distingue a nuestro carácter, la certeza de tener la Ley y el sentido común de nuestra parte, la unidad de los aragoneses en torno a esta reivindicación, son factores de enorme pujanza y segura permanencia. El PAR estará ahí, sin reblar.