Y todo ello desde la defensa de un aragonesismo de centro, moderado, guiado por el legado de todos aquellos hombres y mujeres que, a lo largo de estos años, han ocupado puestos de responsabilidad, que pusieron los cimientos de nuestra Comunidad con la consolidación de la Autonomía de Aragón y su desarrollo. El legado político del Partido Aragonés ni me pertenece a mí ni a nadie en particular. Es un legado político de todos los aragoneses que debemos preservar y que ha dejado huella en toda la Comunidad con proyectos como Walqa, Dinópolis, Aramón o la Plataforma Logística Plaza, entre otras muchas realidades.
Por ello, por lo que fuimos y por lo que somos, todos aquellos que hemos apostado por permanecer bajo estas siglas seguiremos defendiendo nuestros ideales, pese a todo y pese a todos. Seguiremos apostando por no hacer de la política una cuestión personal y luchando para que esta no se convierta en un medio de vida. A la política se viene a servir, no a servirse.
Es por esto que no vamos a permitir que ningún interés personal destruya un valioso legado político.
Es el momento de que el aragonesismo se ponga en pie, de que el aragonesismo se ponga a trabajar, con ánimos renovados, para convertirse en el principal proyecto político de nuestra Comunidad, en el epicentro de la política de Aragón. Es el momento de recuperar la fuerza que nunca debimos perder y que nos llevó a Madrid, al Congreso de los Diputados y al Senado, para defender los intereses de todos los aragoneses. Porque hoy, más que nunca, es necesaria la presencia del verdadero aragonesismo en la capital para solucionar los problemas que sufre Aragón como consecuencia de los beneficios que reciben otras Comunidades Autónomas. Es necesaria la presencia de diputados y senadores aragoneses que no respondan a las directrices que les indican desde las direcciones de sus partidos en Madrid.
La única forma de conseguirlo es trabajar con tesón, con dedicación, apartando todo aquello que responda a oscuros intereses personales. Los partidos políticos están formados por personas que deben responsabilizarse de su gestión, que deben aunar fuerzas para defender unos principios basados en el servicio a la ciudadanía. Esta es su verdadera misión.
Por ello, desde la responsabilidad en el partido que me fue otorgada por mis compañeros, he trabajado, trabajo y trabajaré para lograr la unificación del aragonesismo en torno a unas siglas que merecen un gran respeto por el legado histórico, político y social que conllevan. El Partido Aragonés sigue vivo, aunque les pese a algunos, y está abierto a recibir a todas aquellas personas que quieran trabajar, que quieran luchar por un Aragón mejor, que defiendan el aragonesismo verdadero, el que se lleva en el corazón. Prueba de ello son las recientes incorporaciones a nuestras de filas de gente joven con ganas, con ideas, con proyectos para sus pueblos y sus ciudades, para el futuro de Aragón.
Respiramos un ambiente político en el que cunden la crispación, los reproches y las descalificaciones, en el que la polarización de la política se ha trasladado a la sociedad, en el que la batalla política nacional oculta los problemas que sufren los aragoneses. Por ello, ahora más que nunca, debemos defender y trabajar por ese aragonesismo que ayudó a construir el Aragón que hoy tenemos y que debe servir para diseñar el Aragón del futuro. Es el momento del aragonesismo verdadero, luchemos por él.