Hace unos días la Cámara de Cuentas presentaba su informe de la gestión de Motorland y todos los medios de comunicación destacaban los datos negativos que ofrecía el balance de cuentas, pero en el que creo que falta cuantificar aspectos positivos para la zona y Aragón en su conjunto. Como bien decía el vicepresidente del Gobierno y presidente de Motorland, Arturo Aliaga, Motorland es un proyecto estratégico para Aragón, que contribuye al desarrollo económico y social y a la vertebración del territorio, además de ser un foco de atracción turística y deportiva. ¿Cuántos turistas han viajado hasta el Bajo Aragón, la provincia de Teruel o han conocido Aragón gracias al circuito? ¿Cuántos negocios se han instalado o se mantienen gracias a la presencia del complejo?
Cuando se habla de los costes económicos de Motorland parece que todo el mundo, sobre todo los que escriben desde Zaragoza, ponen el foco en el déficit que dejan los grandes premios, pero no tienen en cuenta el impacto publicitario y de imagen que tienen, porque es difícil poner cifras a lo que costaría una campaña de promoción como esa, que habla no solo de Alcañiz, el Bajo Aragón y Teruel sino también Aragón y España por los cinco continentes.
Los hosteleros de la comarca salían al paso del informe para contar con su experiencia, más allá de los números, y recordaban que detrás de un café, un menú o una limpieza de habitación, hay una familia, un panadero, un carnicero o pescatero, y muchos puestos de trabajo que hacen que sus servicios sean posibles.
Si solo nos quedamos en el dato de la gestión directa, se nos escapa el impacto social que genera esta infraestructura, como también ocurre con otras inversiones públicas que son fundamentales en esta provincia, como pueden ser las estaciones de esquí o Dinópolis. Si solo nos fijamos en los números en los proyectos públicos, esta provincia tendría el cerrojo echado en buena parte de sus comarcas. Pero también podemos ir más allá, y hablar de infraestructuras financiadas con dinero público, por ejemplo para la Exposición de Zaragoza de 2008, sobre las que todavía hoy se debate qué hacer.
La pregunta no debe ser solo qué genera Motorland para el Bajo Aragón, la provincia de Teruel y Aragón en su conjunto, sino cómo serían las cosas si no existiera este circuito.
Así que cuestionar el proyecto de Motorland es, en mi opinión, tener una visión cortoplacista y poco ambiciosa de Teruel, y además aquellos responsables políticos que se ponen de lado para no apoyarlo de una manera clara hacen flaco favor a quienes han confiado en el motor que supone este proyecto para la comarca del Bajo Aragón y las limítrofes.
Dicho esto, claro que hay que trabajar por mejorar la gestión del proyecto, que tenga mayor impacto en el territorio y sea un dinamizador mayor de la economía de la zona. ¿Cómo? Centrándonos no solo en los Grandes Premios, que son un gran escaparate, sino también en el origen del proyecto, en la esencia con la que se planteó, combinar varios circuitos con el parque tecnológico y su potencial para atraer proyectos punteros a nivel mundial relacionados con el mundo del motor. Ahí se deben centrar los esfuerzos, con un trabajo multidisciplinar y transversal para aprovechar sinergias de todos los agentes implicados y sacar todo el rendimiento a los espacios con los que cuenta el complejo.
Y buscar fórmulas para encontrar financiación añadida, como ya apuntaba Arturo Aliaga, que planteaba los patrocinios como alternativa para ir reduciendo la dependencia que este circuito, como todos en España, tiene de las administraciones públicas.
Motorland es presente y es futuro, es esperanza para muchos que han apostado por el Bajo Aragón y su entorno como su lugar de residencia y donde han puesto en marcha su proyecto de vida. Y es un reto para quienes deben gestionarlo, a quienes tenemos que pedir el mayor esfuerzo para que lo hagan con eficacia. Y los demás, a sumar en lugar de restar.
(Publicado en La Comarca, 04-02-22)