Identificar la realidad y la ficción en un contexto político es un ejercicio interesante que como votante de a pie suelo practicar en época de elecciones y de campañas. Tengo el ojo ya muy enseñado y cuando escucho determinados discursos o pontificaciones varias delante de los micros planto rápidamente la etiqueta «política-ficción» al discurso o al pontificador en cuestión. Quizá se preguntan qué quiero decir con esta palabra que me he sacado de la manga, pues bien, me refiero a todos aquellos discursos que no se centran en las necesidades del electorado sino que ponen el foco o bien en un mundo futuro o bien en un mundo que directamente no existe, que a fin de cuentas es lo mismo.
Me gusta definir al Partido Aragonés al que represento como un partido pragmático y realista; somos una formación pegada a la tierra en todos los sentidos. Me gusta definir nuestras políticas como políticas reales, que persiguen objetivos concretos. Políticas reales como las que nos han llevado a sacar adelante grandes proyectos para la región como la comarcalización, la apuesta por la innovación y la tecnología con Walqa en Huesca y en el aeropuerto internacional de Teruel, el impulso a Zaragoza como referente congresual y el polo de atracción turística que supone Motorland en Alcañiz, Dinópolis en Teruel y el mayor espacio esquiable en los Pirineos, cada uno destinado a un público diferente que amplia el espectro de llamada a visitar Aragón, nuestra tierra. Esto es política real, proyectos concretos, proyectos que todos los aragoneses podemos disfrutar y de los que debemos estar orgullosos.
Una de mis mayores preocupaciones como Secretario General del Partido Aragonés es ser capaz de escuchar las preocupaciones e inquietudes que, como servidor público, recibo de los ciudadanos. La discusión sobre las energías renovables es una conversación recurrente no solo en la agenda política sino también en los bares y en las sobremesas familiares. En Aragón, llevamos ya mucho tiempo apoyando la energía verde con políticas reales y tenemos muy claro que es un eje fundamental para el desarrollo económico de la comunidad. Más allá del respeto a las leyes medioambientales y al cumplimiento de las leyes urbanísticas, lo más importante es hacer partícipe del diálogo a quien habita el territorio para contar con su consenso y su beneplácito. No podemos actuar de forma unilateral porque estaremos abocados al fracaso.
En la misma línea de política real, abogamos por abandonar la moqueta y empezar a pisar la tierra, a tocarla incluso. Y en este sentido, apoyamos especialmente las iniciativas que aúnan el desarrollo económico con la promoción de Aragón y la industria cultural o en cualquiera de sus dimensiones. Que Aragón se convierta en un escenario fílmico de primera está en nuestras manos, contamos con paisajes y lugares realmente singulares que nos hacen diferenciales para los creadores. Entidades como la Aragón Film Commission potencian no solo que las productoras de la industria audiovisual vengan a rodar a nuestra tierra sino también que Aragón se convierta en un escenario de película.
Desde el Partido Aragonés tenemos muy claro nuestro propósito: vamos a defender los intereses de Aragón. Y vamos a ser molestos. Necesitamos hacernos oír para colocar a Aragón en el lugar que se merece. Sin duda, el Partido Aragonés trabaja en políticas reales para hacer felices a los aragoneses.