Sabemos que en política 2+2 no son cuatro, y que por eso las cuentas pueden salir “cuentos”. Lo acabamos de ver en los resultados electorales de Castilla y León donde los 31 escaños del PP son insuficientes para gobernar en solitario, lejos de la confianza que había depositado en las urnas Alfonso Fernández Mañueco. La mayoría absoluta a la que aspiraba cuando decidió adelantar las elecciones se ha convertido en un desatino para el Partido Popular. A partir de ahora para conformar gobierno, los posibles actores políticos deberían atender y ajustarse a los intereses del territorio y la estabilidad como principales objetivos. Todo lo demás tendría que ocupar segundas posiciones.
Por mi parte y la de mi partido mostramos respeto absoluto al voto del electorado. Opino con todo y sin embargo, que algunas reacciones políticas se han precipitado, son desacertadas y reflejan la poca tolerancia al fracaso y a los tempranos análisis de próximos comicios electorales.
Posiblemente fruto de la frustración cuando no se encajan los hechos que, al fin y al cabo, pueden gustar más, menos o nada, pero que son los que son y que tendrán las consecuencias que hemos empezado a ver y que iremos viendo. De momento la previsión de Juan Manuel Moreno Bonilla de convocar las andaluzas, que se suponían las siguientes, se ha ido al traste.
Es evidente, como declaró en la noche de autos Arturo Aliaga, que sociológicamente hay un movimiento de voto hacia Vox, que habrá que analizar convenientemente, y que los partidos localistas han cobrado fuerza, lo que posiblemente se corresponda con cierto desencanto de los castellanos y leoneses con sus gobiernos nacional y autonómico, visible en las últimas encuestas.
El resurgimiento de dichas plataformas en el que es el territorio más extenso de Europa, el menos poblado y con una gran dispersion supone un tirón de orejas a los partidos de ámbito nacional por los escasos resultados en el transcurso de la lucha y a lo largo de legislaturas enteras y sucesivas.
Los populares, que han fracasado en su intento de mayoría absoluta, han fagocitado prácticamente al partido de Ciudadanos, pero han empoderado a Vox que gana voto y poder político colocando al PP en una difícil situación a la hora de poder conformar un gobierno estable. La guerra del ego (en clave interna) con Ayuso no le ha dado resultado a Casado que depende de Vox o de la abstención del PSOE para gobernar. Un
Gobierno con Vox no interesa al PP por razones obvias y un Ejecutivo en solitario no parece lo más factible.
El frentismo que han causado los resultados en Castilla y León desemboca en pactos con pocas posibilidades políticas en contraposición con la simple matemática que, sin alma y por ende sin intereses partidistas, los haría viables. PP-VOX, PP-PSOE, y un gobierno del PP en solitario -están buscando la abstención de Vox o PSOE-. En cualquier caso, difícil galimatías.
Pero, así las cosas y con todo, hay que hacerse preguntas… ¿En qué peldaño de la escalera queda el interés de los castellanoleoneses? En el PAR reivindicamos siempre la generosidad y responsabilidad política para llegar al mejor acuerdo posible poniendo los intereses generales por encima de los partidistas. Esos son valores PAR. Garantizar la estabilidad y centrar gobiernos que funcionen. El actual cuatripartito en Aragón es un ejemplo.
Difícil papeleta tiene Mañueco tras la gran resaca de la noche electoral, con lo que ello comporta en el presente y futuro de un Partido Popular que no ha rentabilizado, que ha salido escaldado aun resultando el ganador de las elecciones, y al que las cuentas le han salido cuentos.