El nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez debe garantizar <sí o sí> la estabilidad institucional, política y económica manteniendo la senda del crecimiento emprendida por Rajoy tras la profunda crisis. Se abre irremediablemente un periodo de incertidumbre que el nuevo presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, debe convertir en claridad cuanto antes mejor.
Nadie duda de la legitimidad de la moción de censura que le ha aupado a la presidencia del Gobierno de la nación, sin embargo somos muchos los que opinamos que con 84 escaños de los 350 que conforman el Parlamento y el apoyo de 22 partidos -muchos de ellos reivindican el derecho a la determinación- va a ser difícil gobernar. Formaciones políticas como ERC, Bildu o PDeCAT, PNV, Compromís o Podemos con sus confluencias, no van a ponérselo fácil.
El Ejecutivo de Sánchez tendrá muy complicado satisfacer a todos los que han facilitado el cumplimiento de “su sueño y empeño”. Algunos aplauden ya la decisión de nombrar a Josep Borrell, que ha destacado por rebatir los argumentos de los independentistas catalanes, ministro de Exteriores. Y otros como Puigdemont han corrido en cuanto saltó la noticia a descalificar el nombramiento.
Los actuales datos del desempleo son halagüeños. Las cifras de parados se han reducido en mayo en 83.700 personas hasta 3,21 millones. Desde finales de 2008 es la menor cifra.
Ahora Sánchez debe ser capaz de dar continuidad a la senda de recuperación y generar empleo, crear riqueza, hacer frente a los desafíos secesionistas y garantizar el cumplimiento de la Constitución. Por el bien de todos.