Aunque no acostumbro a opinar sobre las declaraciones que realizan algunos de los personajes de la farándula, en esta ocasión especial la notoriedad de Willy Toledo con sus agresiones gratuitas en redes sociales, ha provocado reacciones de todo tipo sustentadas en la carga de emociones que han despertado sus andanadas.
Cada vez son más las apariciones de individuos que pierden el respeto a personas, colectivos o instituciones por puro afán de protagonismo y publicidad. Más allá de creencias religiosas o personales. Resulta patético.
La libertad de expresión es un derecho cuyo límite viene marcado en el respeto a los demás. En ocasiones no es fácil distinguir la sátira de la ofensa, y para eso hay opiniones y tribunales que protegen el ejercicio de las libertades, de todas.
El problema de esa ausencia de valores de convivencia se acrecienta cuando alguien se refiere con desprecio y agresión a símbolos que aglutinan el sentir de un pueblo, de una sociedad o de un país. Es ahí cuando uno «la caga» por completo y ruego que se me permita esa expresión porque el autor de la grave ocurrencia que comento es muy dado a utilizar dicho verbo.
El pasado 12 de octubre a las 01:46 horas el señor Willy Toledo escribía en un momento de «divinidad», probable lucidez y aires de gloria universal: «Me cago en el 12 de octubre. Me cago en la fiesta nacional (yo me quedo en la cama igual, pues la música militar nunca me supo levantar). Me cago en la monarquía y sus monarcas. Me cago en el descubrimiento. Me defeco en los conquistadores codiciosos y asesinos. Me cago en la conquista genocidio de América. Me cago en la Virgen del Pilar. Me cago en todo lo que se menea. Nada que celebrar, mucho que defecar. Boas Noites».
Efectivamente llegó donde quiso llegar y provocó un torbellino de respuestas. Más de 20.000 ciudadanos pidieron que fuera declarado «persona non grata». Me sumé a título personal. Puedo entender que personas como Willy Toledo piensen diferente en asuntos como la fiesta nacional o la monarquía, por ejemplo, e incluso que lo hagan con rechazo y crítica. Sin embargo defiendo que la expresión de sus ideas no exige agotar el repertorio del insulto, el ataque, el desprecio, la intolerancia… No hace falta cagarse en nada o en nadie. No hace falta.
La Virgen del Pilar es un emblema de todos los que somos y nos sentimos aragoneses. Ignorar o menospreciar a sabiendas los sentimientos de tantas personas le retrata.
Señor Willy Toledo, confiemos en que sus palabras no sean fruto de una depresión pasajera, de un chino de medianoche, de una parodia mal interpretada o del guión de algunos de sus monólogos. Relájese, disfrute de la vida, de su trabajo, de su profesión. Reivindique contra las injusticias que usted considere pertinentes (incluso es posible que coincidamos), pero haga lo posible por respetar opiniones y símbolos, por favorecer la convivencia, por aplicar valores de tolerancia, por observar la libertad de todos. La democracia que dice defender se sustenta en muchos de esos pilares que pisotea. Sólo así, con normalidad y valores plausibles podrá liberar al Willy que pretende ser.
Decenas de miles de ciudadanos han pedido que sea declarado aquí persona «non grata». Me sumo a ello. No le quepa duda, es una respuesta proporcional al sentimiento que usted ha menospreciado y vapuleado en un alarde grosero de exhibicionismo insolente.