Nunca llueve a gusto de todos, pero para muchos con que lloviera de alguna de las maneras que conocemos nos conformaríamos.
Vivimos una de las sequías más extremas que se recuerdan, hace ya tiempo que dejo de llover sobre mojado, el año pasado fue malo aunque las lluvias de un inusual mes de junio salvaron parte de las cosechas y creció la hierba al menos en las zonas mas tardías y de una altitud elevada en nuestras sierras.
La preocupación de cara al verano a corto plazo, y para el futuro a largo plazo es muy alta y generalizada en la mayoría de los pueblos.
Es trabajo de todos como sociedad el buen uso de nuestros recursos hídricos ya que los problemas de escasez de agua parece que vienen para quedarse y cada vez serán más habituales los periodos de sequía en la península ibérica y en nuestro clima.
Muchas veces no hemos valorado la importancia del agua, y para muchos hasta la fecha, el agua ha sido un bien abundante y barato, aunque esto parece que va a cambiar en el futuro, los estudios climáticos no son nada alentadores, España se está desertizando y cada vez el problema del agua se va a ir agudizando.
Tanto la sociedad como las administraciones debemos de adaptarnos a las circunstancias climáticas y mejorar nuestros hábitos y capacidades hídricas, un uso más racional del agua, una mayor capacidad de almacenamiento, reutilización de aguas residuales, riegos eficientes y muchas otras acciones que pueden hacer que el problema del agua no lo sea tanto en el futuro.
Para ello las administraciones tienen que poner todos los recursos económicos necesarios a su alcance para poder afrontar proyectos hidráulicos en nuestros municipios y territorios que garanticen el suministro, siempre desde un respeto medioambiental y sin perjudicar a los sectores productivos, esto unido a la concienciación social de un mejor uso del agua puede hacer que miremos al futuro con optimismo.