Llevamos dos meses de lluvias torrenciales en varias comarcas de nuestra provincia que, en muchos casos, han provocado salidas de ramblas y barrancos, crecidas de ríos y destrozos en zonas por donde pasa el agua fuera de sus cauces.
En ocasiones, estamos hablando de efectos naturales imprevisibles, pero la mayoría de las veces, todo esto podría evitarse con un mantenimiento adecuado de cauces en general.
Hoy veo con estupor en los medios de comunicación que, según dicen los técnicos de la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro) las competencias no son suyas, sino de los Ayuntamientos y Diputaciones Provinciales, cosa que me deja muy sorprendido. No voy a entrar en dimes y diretes de si es uno u otro el que tiene la obligación de ejecutar las obras (para eso está el R.D. 927/1988 y sus disposiciones adicionales), pero lo que si esta clarísimo es que nadie se atreve a tocar una piedra de una rambla sin contar con el permiso correspondiente de la CHE y ahí reside el auténtico problema.
La última vez que, por razones del cargo que desarrollaba entonces, solicité que nos dejaran limpiar el cauce colmatado de un río, al paso de un núcleo de población, que aunque lloviera poco se desbordaba y utilizaba las calles como cauce alternativo, después de muchas visitas a Zaragoza y demostraciones con vídeos del problema y mucha lucha, se tardó tres años en conceder dicho permiso y eso que era el ayuntamiento quien pagaba la ejecución de dicha obra.
Como comprenderán, así no se puede funcionar si lo que queremos es solucionar problemas actuales y venideros.
Por el bien de todos y para evitar tantos destrozos y pérdidas económicas todas las administraciones implicadas, pero principalmente la Confederación correspondiente, debería ser más ágil en sus cometidos y no esperar para las limpiezas de cauces tan necesarias a cuando ya no hay remedio.
Por favor seamos serios y no nos acordemos de Santa Bárbara solo cuando truena.