5 de octubre 2017
La actual situación política que vive nuestro país puede traer consecuencias negativas a una parte importante de España. La España de interior, la España callada, la que sufre los agravios aún en situaciones de normalidad, la España sobre la que se descargan buena parte de las crisis de identidad, las crisis económicas o las de un sistema en solfa. Es la España de Teruel pero también la de otras muchas provincias históricamente olvidadas como Soria, Guadalajara, Zamora, Ávila, Albacete, Cáceres, Palencia o Jaén.
Los últimos y preocupantes acontecimientos que se están viviendo en Cataluña (no puedo dejar de hacer referencia a esta Comunidad con la que tanto compartimos) pueden desestabilizar el adecuado equilibrio por el que debe velar el Estado y que la Constitución recoge en forma de solidaridad entre territorios.
Ese principio incluye igualdad a la hora de acceder a infraestructuras, servicios y oportunidades (en cualquiera de sus modalidades) y sinceramente, temo por esto.
El pasado martes el ministro de Fomento, Ínigo de la Serna, asistía a un acto en el que defendía el eje ferroviario del Mediterráneo (desde Andalucía hasta Francia por Murcia, Levante y Cataluña) como el corredor “más importante” y como “elemento de cohesión social y territorial”. No dudo que la inversión que se prevé (el coste del proyecto se cifra en 22.000 millones de euros) convierta a este corredor en la gran obra del momento actual. Pero deseo fervorosamente que Teruel no sea de nuevo, la pagana y vuelva a quedarse en la lista de espera.
Espero que la jornada sobre la “Conexión entre los Corredores Atlántico y Mediterráneo” que hoy tiene lugar en Zaragoza con la participación del ministro De la Serna y del presidente Lambán entre otros, sirva para traer buenas noticias a esta provincia a la que represento y defiendo más allá de partidismos o intercambios de cromos.
Y espero una apuesta decidida por el eje ferroviario Cantábrico-Mediterráneo que nos sitúe en el mapa para mejorar la competitividad empresarial y conectarnos con otras comunidades que nos mostraron su apoyo como el País Vasco o Cantabria.
Las escasas mejoras que se han realizado en la parte que está en peores condiciones (Zaragoza-Teruel-Valencia) están dando algunos esperanzadores frutos como es la recuperación de los tráficos de mercancías por parte de Continental Rail y la Opel que han vuelto a usar este corredor.
En definitiva: en Teruel seguimos esperando. Y personalmente, deseo y espero que nuestros representantes en Madrid actúen de altavoces de las necesidades y reclamaciones de los turolenses para saber si el corredor Cantábrico-Mediterráneo va a seguir en la lista de espera, se convertirá en un eje menor, en uno complementario o directamente, no aparece en las previsiones.
La Diputación Provincial de Teruel aprobó en marzo una declaración institucional de apoyo al Cantábrico-Mediterráneo exigiendo al Gobierno de España inversiones que mejoren su estado actual y un programa de actuaciones para hacerlo en el menor tiempo posible incluyendo partidas concretas en los Presupuestos Generales del Estado.
Ya entonces alertaba de que se trata solo de voluntad política para que no caiga en el olvido este eje por cuestiones que no tengan que ver con aspectos técnicos sino “por chantajes políticos”.
Lamentablemente, no solo el corredor Cantábrico-Mediterráneo puede pasar a la “cola” de las prioridades inversoras. En ese mismo cajón está la mejora de la carretera de Cuenca que reclaman en un documento los alcaldes de la ribera del Turia para convertir esta vía en una carretera del siglo XXI.
O la N.-232 y su desdoblamiento…..O la propuesta de autovía entre Madrid y Tarragona por la N-211 y la N-420 que Guadalajara, Tarragona y Teruel solicitamos.
La lista es larga y seguimos a la espera. Por atrás, por el medio, por delante y el lateral, otros nos adelantan. Si no corremos el doble, no saldremos del furgón de cola.
Espero, de verdad, que hoy lleguen buenas noticias para Teruel.