Tiempos de guerra y zozobra

Tiempos de guerra y zozobra

Es tradición, en la política autonómica, no hablar de otros asuntos más allá de los que preocupan a los habitantes de tu territorio. En esos términos nos pronunciamos de modo habitual los políticos que gobiernan o que aspiramos a gobernar en nuestras autonomías. Es cierto que la situación internacional, no nos compete como acción política directa, pero no es menos cierto que lo que está ocurriendo en la guerra de Ucrania, nos conmueve como ciudadanos y nos desgarra interiormente por su crueldad.

Las acciones de un nacionalista visionario como Putin, en aras a una defensa, en la que no se ha producido agresión anterior alguna, me producen una enorme tristeza y me llenan de rabia e impotencia. Como Presidente de un partido político, por pequeño que sea ante las dimensiones de esta guerra, creo que estoy obligado a trasladarle a nuestros militantes y al electorado en general, mi condena y repulsa hacia este horror que se nos está retransmitiendo con toda su crudeza a través de los medios de comunicación cada día.

La matanza de civiles en Bucha, maniatados antes de su ejecución; los relatos de violaciones de las mujeres ucranianas ante los ojos de sus propios hijos; el lanzamiento de un misil a la estación de tren donde no hay objetivos militares, sino tan solo cuatro mil mujeres y niños intentado poner a salvo sus vidas, nos deben remover las entrañas y demandar de la justicia internacional que no queden impunes, ni sus autores, ni quienes han ordenado actuar contra las normas que imponen la protección de civiles, evacuados y hospitales, en los términos que establece la IV Convención de Ginebra. Nada justifica la actuación rusa. Nada soporta su extrema crueldad y desprecio hacia los seres humanos.

Pero la guerra, a la que miramos con tanta lejanía, está entrando en Aragón, como lo está haciendo en todo el mundo. Los precios se disparan y afectan a nuestras industrias: el encarecimiento del níquel; del acero, el aluminio, los fertilizantes los productos químicos, por citar alguno de sus efectos están llevando la inflación, en todo el orbe, a incrementos insoportables que asfixian a la población y cuyos límites de destrucción, aún no conocemos.

Los precios del cereal, del gas, del petróleo y de otras materias primas ha subido, mientras que las cadenas logísticas no funcionan con su fluidez habitual porque faltan algunos componentes necesarios para la producción. Todos estos efectos de la invasión rusa de Ucrania están causando pérdidas económicas a empresas aragonesas que aún no se pueden contabilizar, pero que irán a más si el conflicto bélico se prolonga.

Como parte de esa comunidad internacional que es occidente, debemos posicionarnos de forma activa y valiente contra esta atrocidad y colaborar, en los límites de nuestras posibilidades en detenerla y paliar sus efectos. Recientemente el Gobierno de Aragón, al cual tengo el honor de pertenecer, a través de nuestro Departamento de Ciudadanía y Derechos sociales, ha dispuesto medidas para acoger a los refugiados que llegan a nuestra tierra, huyendo de los horrores de esta violencia desatada. Como aragonés, quiero invitar a cuantas personas formamos parte de esta comunidad, a facilitarles su llegada e integración y hacer un llamamiento a no criminalizar a los más de mil doscientos ciudadanos procedentes de Rusia que conviven en nuestro territorio, por las atrocidades que Putin y sus ejércitos están cometiendo. No hay razón alguna, que amparen su conducta y su forma de proceder.

Como partido político, apoyamos a nuestro gobierno central, en el enfoque y las acciones que está llevando a cabo, de manera conjunta con la comunidad internacional, siempre con esperanza puesta en que el conflicto no se extienda de forma incontrolable. Es justo que Ucrania quiera vivir y desarrollarse pacíficamente en su territorio. Es justo y debemos respaldarlo, que defiendan su libertad e integridad con todos los medios que estén a su alcance y es una obligación por parte de quienes defendemos y creemos en la libertad, facilitar todos los medios que están en nuestras manos y en la medida de nuestras fuerzas, para que expulsen a los agresores y lleguen a una paz imprescindible.

Occidente, Europa, España y Aragón, no pueden mirar hacia otro lado e inhibirse de sus responsabilidades para proteger a los pueblos libres de Europa.

(Publicado en Heraldo de Aragón, el 24-05-22)

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